domingo, 9 de agosto de 2009

El ruido es una maldición

Hay varios síntomas que demuestran inequívocamente que te estás haciendo mayor. Uno de ellos lo experimenté hace unos cuantos años cuando noté que me molestaba el ruido del tocadiscos de un vecino. El gusto por el silencio es algo que se adquiere con la edad.

Ahora me molesta la gente que grita. La vecina que berrea al teléfono. Los bocinazos de los coches mientras escribo. Y he llegado a la conclusión de que el ruido es una maldición, mientras que el silencio es una maravilla que, simplemente, cuesta unos años apreciar. La contaminación acústica es una de esas historias que se sienten cerca, cada vez que escucho algún ruido, se me clava en el tímpano como una aguja.
Vivimos envueltos en ruidos estrepitosos. Y en verano, ya me dirán ustedes, se triplican o más. Abundan los automovilistas que conducen llevando a todo volumen su radio con música infernal. Parece que sus coches son discotecas ambulantes. Tenemos también gritos de la gente por la calle de madrugada y es imposible pegar ojo. Conductores que tocan el claxon de manera compulsiva. Portazos endemoniados. Y mantengo que el exceso de ruido atenta contra los derechos fundamentales de la persona. A mi modo de ver, España tiembla cada día.
El ruido desencadena numerosos problemas y puede convertirse en una afección grave si la exposición es prolongada. Tensión, modificación del ritmo respiratorio o sordera son algunos de los trastornos que derivan del ruido. También puede ocasionar alteraciones del ritmo cardíaco, riesgos coronarios, hipertensión, y hasta alteraciones mentales. Está claro que pasarnos de los decibelios establecidos empeora nuestra calidad de vida. Parece que hemos admitido la contaminación acústica como parte de nuestra vida cotidiana.
La verdad es que resulta inevitable vivir entre el ruido. Pero lo que está claro es que considerando los niveles sonoros que se están alcanzando hoy en día, no es extraño que muchos expertos afirmen que vamos hacia una sociedad de sordos. Odio el ruido. Por el contrario, adoro los ‘sonidos’ del silencio.

Julio Martínez Carballal - OURENSE - 08-08-2009

http://www.laregion.es/noticia/99295/cartas/director/

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