sábado, 6 de junio de 2009

El derecho a la ciudad

http://www.elfaroceutamelilla.es/content/view/35383/143/

Escrito por Septem Nostra

sábado, 06 de junio de 2009

A muchos ceutíes aún nos dura el enfado y la indignación por la tala de los ejemplares de yucca en la Plaza de África. De poco han servido para calmar nuestro monumental cabreo las declaraciones de la Consejería de Medio Ambiente que justificaban la corta en matarrasa de unas yuccas que durante décadas han dado sombra en tan popular y querida plaza. Según recogen algunos medios de comunicación esta salvaje tala está avalada por un informe técnico en el cual se expone el mal estado de salud de las yuccas, provocado por las fuertes lluvias que sufrimos el pasado otoño. A nosotros, sinceramente, nos parece más una excusa que el verdadero motivo de la eliminación de un elevado número de ejemplares de yuccas.

Tenemos serias sospechas que tras esta actuación se encuentra el capricho de alguien para dar un cambio de imagen a este emblemático lugar. Para bien o para mal tenemos costumbre de fiarnos más de lo que ven nuestros ojos y de nuestros propios criterios antes que confiar de manera ciega en la opinión de los  “técnicos” de las administraciones. A los políticos les viene muy bien escudarse en los informes técnicos para justificar sus meteduras de pata, aunque en este caso sospechamos que ni siquiera los propios responsables de la Consejería de Medio Ambiente conocían la reforma que se había iniciado en la plaza de África.
Cuando a una persona cercana a nuestra asociación le comentamos lo que había pasado en la Plaza de África respondió airada  con la siguiente expresión: ¿Con que derecho han quitado esos árboles?¿A quién le han pedido opinión para reformar una plaza que es patrimonio de todos los ceutíes?.
Esta idea se la escuchado a otros ciudadanos que nos paran por la calle para manifestarnos su malestar por lo sucedido en la Plaza de los Reyes y, en general, por la nefasta política de la Ciudad en cuanto a la protección y conservación del arbolado. Muchos ceutíes no entienden la sistemática tala de árboles, la mal praxis en la poda o la colocación de plantas ornamentales que requieren su continua sustitución.
Ningún ciudadano con un mínimo de sensibilidad puede entender que se tenga tan escaso aprecio por el arbolado ni concibe que se modifiquen las zonas verdes sin un claro criterio al respecto. Tampoco comprenden que para hacer hasta la mínima obra menor sea necesario la redacción de un proyecto por un técnico competente y para la modificación de una plaza centenaria baste con el capricho del responsable del área.
Una de las causas de las tropelías que suceden con cierta frecuencia en nuestra ciudad tiene que ver con los déficits que  caracteriza a nuestra joven democracia. Los  políticos consideran que el derecho de los ciudadanos a expresar su opinión se restringe al día de las votaciones. Tras ese día los vencedores de la contienda electoral se creen poseedores de una patente de corso para hacer y deshacer a su antojo. Cualquiera que se atreva a poner en cuestión sus decisiones es tildado de entrometido o de elemento subversivo. Desde esta limitada concepción de la democracia no debemos de extrañarnos el slogan que acompaña a todas las actuaciones de la Ciudad: “Queremos hacer tu ciudad”.
A esto hay que responde con contundencia que los ciudadanos no deseamos que nadie nos haga la ciudad. Nosotros exigimos el derecho a participar en la diseño de la ciudad en la que vivimos, a que se cuente con la opinión de los ceutíes en las actuaciones que puedan alterar los lugares o sitios que forman parte de la identidad de los ceutíes.
Nadie, repetimos nadie, tiene el derecho de decidir en nombre de todos los ciudadanos de Ceuta sobre nuestro paisaje urbano, por muchos votos que coseche en las elecciones municipales.
Como apuntaba correctamente Lewis Mumford “cedemos parte de nuestra autonomía cuando estamos enfermos o impedidos, pero cederla cada día y en cada ocasión equivaldría a convertir la vida en una enfermedad crónica. La vida en sí, con su plenitud y totalidad no puede ser delegada”.
Hablando de vida, le recordamos a los instigadores de las talas de árboles que tienen lugar con cierta frecuencia en nuestra ciudad que se trata de seres vivos y que merecen nuestro respeto, aunque sólo sea en agradecimiento al servicio que nos prestan dándonos sombra y purificando el aire que respiramos.