Dos vecinos sufrieron problemas de salud porque el ruido les impedía dormir
ISABEL RODRÍGUEZ DE LA TORRE / VALENCIA
Día 26/10/2010
El pub «El Álamo» se convirtió en una pesadilla para José Vicente y Salvadora. La casa del matrimonio, una vivienda unifamiliar situada en la localidad Anna (Valencia), colindaba con el establecimiento. Estuvieron casi cinco años sin pegar ojo. La música del local y el jolgorio provocado por los clientes les impedían conciliar el sueño. Su salud se resintió por la falta de descanso: estrés, ansiedad, problemas digestivos, hipertensión... Estuvieron en tratamiento psiquiátrico. Hoy sufren un trastorno depresivo reactivo como secuela de tantas noches en vela. Acudieron al Ayuntamiento, a la Policía Local y allí donde creyeron que podían encontrar ayuda. Denunciaron al dueño del pub hasta cansarse. No sirvió de nada. El empresario desoía cuantos requerimientos se le hacían para que insonorizar el local.
Ya no regenta el pub. Lo traspasó en 2007. Pero es ahora cuando su desobediencia le pasa factura. Se enfrenta a una pena de siete años de prisión. Es lo que pide el fiscal, que le considera culpable de un delito contra el medio ambiente y de dos delitos de lesiones. No es un caso insólito, pero hay muy pocos precedentes. Dice el Ministerio Público que el acusado «era consciente» de que violaba la ley y del «grave riesgo derivado» de su actividad.
«Borrachera» de decibelios
Vicente compró en 2001 el «bar-restaurante Almassera» y lo transformó en el pub musical «El Álamo». Instaló un equipo de música con amplificador, mesa de mezclas y altavoces acá y acullá. Lo hizo sin obtener las licencias de apertura y funcionamiento.
El ruido generado por esta instalación desde que el acusado abrió el local, en diciembre de 2001, hasta que lo traspasó, en marzo de 2007, «ha perturbado gravemente la vida familiar y la salud física y psíquica de los moradores de la vivienda» que colindaba con el pub.
Es la tesis que sostiene el fiscal. En su acusación, el Ministerio Público recuerda que los perjudicados presentaron numerosos escritos ante diversas instancias y formularon varias denuncias en las que hacían constar el «funcionamiento ilegal» del bar, la carencia e insuficiencia de insonorización» y la «contaminación acústica» causada por la música y los clientes.
El bar fue objeto de varias inspecciones. Las mediciones confirmaron la «borrachera» de decibelios. Fue obligado a instalar un limitador para que la música no superara los niveles legales. Pero en una de las visitas al local, los agentes comprobaron que el acusado «había instalado otro equipo musical paralelo al limitador-registrador» y, con ello, superado el nivel acústico permitido por la normativa vigente. Algunos días, el local sobrepasó los cien decibelios a las tres de la madrugada. Según el fiscal, «los mencionados niveles de inmisión sonora vulneran los límites de ruido establecidos en la normativa medioambiental» y «suponen un grave riesgo para la salud de las personas que habitaban en la vivienda» colindante al bar musical.
Y 24.000 euros
El Ministerio Público subraya el hecho de que, siendo consciente de la vulneración y del riesgo al que exponía a sus vecinos, el acusado sólo puso solución cuando fue requerido por las autoridades. Lo hizo «de forma temporal ya que cuando conseguía que se autorizase la reapertura del local volvía a incumplir la normativa, generando nuevamente la situación de grave riesgo para la salud de las personas». Además de la prisión, el fiscal pide que indemnice a las víctimas con 24.000 euros.
http://www.abc.es/20101026/comunidad-valencia/fiscalia-pide-siete-anos-20101026.html
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martes, 26 de octubre de 2010
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